top of page

Poesía Social Parte VI

Arquitectura

 

Al Comenzar el Día

6 A.M.

Revestido de coraje el obrero empieza el nuevo día,

recién despuntó la claridad bruñida de verano

y recién, los martillos empiezan a destajar la carne de la piedra;

cada cual en su sitio exacto

y cada uno en sus heridas,

pero todos oprimidos...

sin afanes, la fragua ardiente del cenit constriñe

y el cansancio emula a la indifenecia para hacerse fuerte

al fin y al cabo la parábola del arte,

es admirar el resultado sin reconocer el sacrificio.

Y de sacrificio, están hechos los días del obrero:

los que no reconocemos...

los verdaderos arquitectos del arte y la grandeza,

los que al final de cuentas,

en los libros no se cuentan...

 

Al Final del Día

6  P.M.

 

El agreste día me da la razón del sudor

y miro a los de allá, lejanamente

cual espectros marcados por un eslabón;

la sonrisa sufrible que ignora la conciencia

y la cara martirizada por el sol,

el triunfo de la jornada

es haberla concluido

con un callo más, con una herida,

con más horas a sus años

y más de la bendita experiencia que les "musculó" los biceps

y les jorobó la espalda.

Es necesario ser ráipidos pero perfectos,

la fiebre de arquitectura no los espera tanto,

y al concluir el día, de ellos depende el triunfo,

aunque de otros sea la gloria.

 

L. f.  Nikho

JUN 29 /2011

 

Los Versos que no Escribo

 

Los versos que dejo de escribir

los lleva en la lengua el oprimido;

el campesino con sus manos cansadas de la tierra

y la madre soltera que amamanta bocas secas.

Los que escribo,

son hechos de querer olvido

de fiebres calcinantes de mi pecho

de exiguas paradojas de mi alma.

Y cuando no escribo

de mil maneras mis manos estrangulan ansias,

mi mente es un tormento

y la espera se hace larga.

 

Los versos que dejo de escribir

son de pueblo ausente, de sangre y de sudor herido

son de llagas, de muerte y sacrificios,

son de aquellos que en ellos la inconformidad aguanta.

Y los que escribo

son de los ojos propias lágrimas,

de los tormentos, tormentas y aguaceros

de los silencios, gritos y esperanzas.

Y cuando no escribo,

cuando por mi propia cuenta me declaro en el exilio

es más profundo el dolor de mis tormentas,

y es menos la alegría que me acecha.

 

Los versos que dejo de escribir

son para casi todos,

los todos que llamamos oprimidos

aunque ya lo dije antes

y no me importa repetirlo;

los todos que al levantar las piedras vemos

como granos de arena en el desierto,

como gotas de lluvia en la montaña.

Y los que escribo

son de la piel el traumático desvelo de mis noches

y de mi voz, el ronco sonido de mi eco;

son lentos de mis pasos rápidos

y son trazos de mis viejos pinceles viejos.

Y cuando no escribo

las musas del oprobio hunden sus garras en mi pecho

reclamando sus razones lánguidas

de ser el fundamento extenso de mi casa,

de ser el sueño sin dormir en la sombra de mi cama.

 

Los versos que dejo de escribir,

los reconozco a posteriori en el antes de la infancia

en el hubo una vez de la propia historia

y en el efímero presente de la falsa gloria.

 

 

Pero hoy, después de tantos años me doy cuenta

que para escribir no necesito inspiración sino experiencias,

los versos que escribo y dejo de escribir

están escritos en mi piel

como de la gubia el tallo en el árbol seco,

como del cincel que al herir al mármol habla,

como de las cuerdas al vibrar en la guitarra cantan

como de los proletarios sin su voluntad silencian fábricas.

 

L.f.  Nikho

Julio 10 de 2011

 

Hambre de Mundial

 

(A mis amigos del fútbol… y a los que no lo son).

 

El carnaval de lo grotesco,

Las ínfulas y las apariencias,

Empiezan a desfilar

Por el a través del espacio indeterminado

De la ciudad umbría…

La indigencia brilla por su ausencia,

Los pájaros vuelan alto

Y las fachadas de las casas titilan con sus mil colores.

Ni un solo pedazo de papel puede haber sobre el asfalto;

Nada que esté fuera de lugar,

Nada que hable mal de la ciudad.

El entorno se viste de gala

Y hasta el transeúnte debe verse bien:

Zapatos de charol, camisas bien planchadas,

Dentadura perfecta y barba rasurada;

De vendedores ambulantes nada que saber,

Los chaceros a suburbios

Las prostitutas al burdel;

Hasta el perro de la calle a comer mierda de otro andén.

Nada que perjudique al despilfarro

Nada que hable mal para después,

Lo importante es lo que tenemos

Aunque mañana no haya que comer.

Al turista hay que cuidarlo del ladrón y del bizarro,

De mi abuela y de mi madre,

De mi amigo y de mi hermano,

Para él las apariencias y a mi abuela el desengaño,

A mi madre y a mi hermano el impuesto del estadio

Y a mi querido amigo Óscar, un poquito de lo “extraño”.

Abónense ya, no hay que dejar para después

Lo importante es lo que vivimos

Tenemos hambre de mundial,

Que la miseria espere un rato

Y que el inconformismo se haga el de la oreja mocha,

Ahórrense los gritos más bien para cantar goles

Y las protestas… ¡ni modo!, para otros días pueden ser.

El hambre de mundial no espera,

Quédate tranquilo y sáciate de ella

Que la barriga al fin de cuentas,

De tu boca nada espera…

 

L. f.  Nikho

Julio 25 2011

 

Breve Poema de Amor

 

Hoy te quiero más que nunca,

tal vez porque tu mirada añeja está hecha de nostalgia

tal vez porque tu voz quebrada lleva cantos;

cantos del erial que luego cultivaste aunque fuese en tierra ajena,

no sabría exactamente por qué… pero lo siento.

Siento que te quiero tanto

que al culminar el día detrás de la jornada,

tus manitas tibias de vieja campesina

me dan la tranquilidad y la esperanza

para poder continuar el otro día.

Y aunque el vicio irremediable de fatigas en tu cuerpo

ha surcado mil caminos en tu piel

y argentado el cabello en tu cabeza,

aunque la resequedad ha creado abismos en el tiempo de tu tiempo

y la fragua de recuerdos te ha quemado la memoria,

en todo caso mi ardiente corazón envejecido

te quiere más que nunca

y más que nunca seguirá queriendo.

 

Y el campesino, sentado en su vieja silla (tan vieja como él) pensaba en estas palabras ensimismado en un profundo silencio y con la mirada clavada en la mujer que compartió el resto de sus días hasta hoy; mientras ella dormitaba cansada soñando que soñaba que su viejo campesino aún la amaba.…

 

L. f.  Nikho

JUL 28 /2011

ESCUCHAR/PAUSAR AUDIO

CONTINÚA EN OTRA PÁGINA

bottom of page